Wenceslao Marcial Guillén, Wen

Wenceslao Marcial Guillén, Wen
Fundador de Los Panfleteros de Santiago

sábado, 17 de abril de 2010

MOTIVO DE ESPERANZA Y ORGULLO (y II). Por José Jordi Veras R. Abogado.

http://diario55.net/?6/1147

José Jordi Veras R.

José Jordi Veras R. Abogado.
jordiveras@yahoo.com



1.

MOTIVO DE ESPERANZA Y ORGULLO (y II).

La semana pasada tratamos en una primera entrega sobre el asunto de los Panfleteros de Santiago, la experiencia de nuestro padre y las distintas obras que al respecto ha escrito. Asimismo, establecimos que en tiempos álgidos como lo que hemos estado viviendo en nuestra sociedad es para que de una vez y por todas iniciemos los cambios necesarios. Tal como decíamos en esa oportunidad, este país se hace necesario que construyamos una nueva sociedad con hombres y mujeres nuevos. Es preciso que en el ambiente en que puedan crecer los hijos e hijas de los buenos y buenas dominicanas, sea totalmente diferente a lo que hoy estamos viviendo y que ha sido el resultado de años y años de deterioro y descomposición social.

En su reciente obra sobre los jóvenes y compañeros luchadores santiagueros, “Los Panfleteros de Santiago, torturas y desaparición”, establece el testimonio de muchos que sobrevivieron a la cárcel de la 40 y vivieron las atroces torturas de los Panfletistas.

El doctor Julio Escoto Santana, sobreviviente de los centros de torturas de la dictadura de Trujillo, ha dicho: “Una noche, después de la consabida y diaria tandas de golpizas nocturnas, algunos vieron que sacaban unos sacos que luego se supo contenían los cuerpos ya ahorcados, electrocutados o acuchillados de jóvenes que no llegaban a los veinte años; más de dos docenas de esos adolescentes, llamados “Los Panfleteros de Santiago”, fueron ahorcados igualmente con un aparato llamado el tortor y luego los tiraban en la cama de muna camioneta que mantenía su motor encendido, o dentro de las llamadas perreras que utilizaba la policía en sus redadas. En medio de ese lúgubre espectáculo, se oía la risa y la burla de los que, momentos antes, habían asesinado a esos jóvenes inocentes”.

Si bien es cierto que no estamos viviendo hoy bajo el yugo de una dictadura, sin embargo, las consecuencias y los efectos de no haber conllevado un verdadero aprendizaje o la imposibilidad que ha tenido el pueblo dominicano de hacerlo, por muchas razones, ha traído como producto y resultado la sociedad podrida en que viven nuestros hijos e hijas. Es por lo anterior, que estamos de acuerdo con el Licenciado Rafael Emilio Yunén, que en su opinión sobre la obra mencionada, indica lo siguiente: “Esta obra también debiera constituirse en motivo de lectura y reflexión en todas las escuelas del país para contribuir a la formación de una verdadera conciencia libertaria en nuestros estudiantes”. “La escuela dominicana, los medios de comunicación y muchos adultos contemporáneos pretenden olvidar estas horrenda prácticas represivas cuando juzgan a la ligera la dictadura pasada”. “Esto contribuye, de manera bastante penosa y peligrosa, a que la mayoría de los adolescentes de hoy no puedan hacerse una idea objetiva de los brutales niveles de crueldad humana que fueron desarrollados durante los años trujillistas, tanto por aquellos sepulcros blanqueados que ordenaban o silenciaban las torturas, los crímenes o desapariciones, como por aquellos energúmenos encargados de ejecutarlos”.

No tienen desperdicios las palabras enunciadas por el intelectual y académico Yunén, si realmente y de corazón deseamos formar un niño, niña, joven, hombre, mujer y adulto, con valores y criterios distintos a la porquería que estamos viendo como estandarte y esteorotipo, tenemos que buscar la manera en que los noveles y jóvenes de hoy sepan y conozca lo que es asumir dignidad y valentía en su vida y su proceder. Que sepa que no todo lo que ve hoy en nuestra sociedad donde se le muestra que lo fácil y mediocre es el camino a seguir, que el robo, la estafa, el encubrimiento, el miedo, la corrupción, el narcotráfico, las drogas, no son malas porque sí, sino, porque reduce el ser humano y lo hace menos ante Dios y sus iguales.

Debemos impregnarles a nuestros hijos e hijas que esta patria y este país deben tener dolientes, que debemos rescatar esos ejemplos históricos como los mencionados y defenderlos por encima de todo. Ya esta sociedad hace tiempo que se resquebrajó y está llorando a gritos que la salvemos del hoyo en que está, no podemos ser indiferentes y pensar que otros que están no lo han hecho ni lo harán, porque medran en ese fango de forma fácil y cómoda. Asumamos el compromiso de que nuestros hijos e hijas crezcan con esperanza y orgullo en un país renovado.

17 de Abril, 2010
06:11 AM

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