Wenceslao Marcial Guillén, Wen

Wenceslao Marcial Guillén, Wen
Fundador de Los Panfleteros de Santiago

viernes, 23 de abril de 2010

"Mi lucha terminó con Virgilio". Escrito por Angela Peña.


Testimonio de Homero Herrera publicado con el No. 1032 en el Grupo Yahoo "Los Panfleteros de Santiago" el 27 de marzo del 2010.

Areito
Reportaje
Escrito por Ángela Peña

"Mi lucha terminó con Virgilio".



Homero Herrera Velásquez no sólo fue depositario de las armas que llevarían
los guerrilleros a Manaclas, las que se utilizarían en Santiago para apoyar la
revolución de abril y de la pistola personal de Virgilio Perdomo, amigo
entrañable con quien compartió secretos días antes de que el revolucionario
cayera en combate. También es el que atesora detalles desconocidos de la
resistencia en el Cibao desde el trujillato hasta la eliminación de "Los
Palmeros" en 1971.

Sobrevivió como "Panfletero" pero siguió la lucha contra los remanentes de
la dictadura. Él, Virgilio y Manuel Bueno constituían un trío inseparable de
rebeldes. Su vivienda de la avenida "Máximo Gómez" 45 fue refugio
clandestino de líderes y combatientes por la libertad.

Con asombrosa exactitud recuerda nombres, direcciones, situaciones, fechas.
Cuenta de las reuniones de Manolo Tavárez, los martes en la noche, en la
calle "General Cabrera" 3, donde vivía Virgilio, que era "como el
cuartel general" del 14 de Junio.

"Virgilio me dijo un día: tienes que alejarte, no volver para que no te
quemes pues vas a ser el contacto para la loma", narra. Entonces fue
recibiendo emisarios con diferentes propósitos. El primero fue un hombre
bonachón de aspecto campesino: "El guajiro", que sirvió de guía al
alzamiento en San José de las Matas.

Paradójicamente, este decidido revolucionario que con ejemplar coraje impulsó
en Santiago tantos movimientos contra la represión, es en extremo pacífico.
"No participé en hechos armados", manifiesta al referirse al asalto al
cuartel de Villa González, pero con el exiguo salario de empleado público,
obsequió a Virgilio la pistola negra que le costó 50 pesos.

Por ser tan reservado y silencioso, Virgilio le encomendaba misiones peligrosas
y confiaba en él sus proyectos. Él estuvo en la casa de "Titico Luna" en
la calle "Santome" cuando Manolo se escondió en "La Hidalga" antes de
su salida al combate.

Tuvo en sus manos el radio "Sentra transoceánico de ocho bandas" que
llevarían los soldados y fue testigo de las armas que se escondieron en el
aljibe del patio de Virgilio y en la casa de Nelson Viñas, en la calle
"Cuba". Homero también conservó las suyas: "armas largas, una cañón
corto y otras que no tenían culatas, que completaban unos alambres". Virgilio
y Sóstenes Peña Jáquez, relata, se encargarían de la guerrilla urbana.
Desconoce por qué fracasó.

Homero también sabía de los cartuchos, alforjas y mochilas que se prepararon
en la casa de Leonardo Sánchez. "Aquello era un hormiguero humano". El día
de la masacre en Manaclas explotó una bomba casera en casa de Virgilio. Homero
protegió a su camarada, acogido por José Antonio Hungría, padre de Georgina
y Laura, que se reunían con Homero y Perdomo en la vivienda de éste último.
"Lo escondió en un closet y cuando la policía se presentó dijo que su casa
había que respetarla, que tenía dos hijas y dos hermanos generales.

Tras el frustrado alzamiento recibió la llamada de la madre de Virgilio:
"Aquí está Bacho, pero esta casa la allanan dos veces al día, quiero que te
lo lleves, pero en coche, porque no puede caminar". Raúl Pérez Peña había
sobrevivido en el frente de Altamira. Homero lo recogió y se conmovió al
verlo. "Estaba flaco, sucio, sólo se le veían los ojos, olía a monte y
apenas podía moverse. Estuvo 22 días escondido. De allí salió repuesto, con
buen ánim".

La guerra y Los Palmeros

Para muchos, los santiagueros fueron indiferentes a la guerra de abril. Homero
lo desmiente con el testimonio de sus encuentros en la fortaleza San Luis y en
la Aviación con Abraham Méndez Lara y Marcos Jorge, requiriendo armas para el
combate, junto a la multitud. Virgilio le dejó instrucciones y dos AR-15.

En la 30 de Marzo con Salvador Cucurrullo se reunió gente de "La Línea"
con bombas molotov. Pueblo Nuevo y La Joya se les unirían pero un disgusto
entre los comandantes locales frustró sus acciones, afirma. "La Aviación no
estaba con el pueblo, plantó los tanques en la pista para que no saliera
ningún avión. No pudimos llegar, desde el puente nos hicieron devolver".

Dice que estando junto a Leonardo Sánchez se presentó el guerrillero Luis
Peláez anunciando: "Por la autopista están bajando cuatro tanques" y que
regresaría en la tarde en un jeep. No volvió.

Como "bloquearon" participar en la revolución, "pensamos en extenderla
a San Francisco de Macorís, la fortaleza era fácil de tomar", comenta.
Homero sería el contacto entre Sóstenes Peña Jáquez y uno que buscaría las
armas con "un chele doblado" como contraseña, pero fueron delatados.
"Virgilio tenía una cédula con el nombre de "Luis José Martínez",
fue apresado y a Sóstenes lo fusilaron. Al grueso, que bajaría de la
capital, lo devolvieron".

Ya en libertad, Virgilio se llevó las armas a Santo Domingo pero siempre iba
donde Homero para sus reuniones con cuadros de Bella Vista, Los Pepines,
ensanches Libertad y Espaillat. "En cada barrio tenía gente, después no
apareció nadie", expresa.

El 31 de diciembre de 1971, Homero fue visitado por un joven apodado
"Monchy": Virgilio quería verlo con urgencia. Le dio hora y dirección y
Homero viajó al otro día. Detallista, relata la travesía y hasta el sabor de
los dulces que le trajo, el encuentro, la estricta seguridad que rodeaba al
"Palmero" quien según la descripción de Homero era un arsenal andante.

Le interrogó y por las preguntas, Homero dedujo después que buscaba lugares
estratégicos para esperar a Caamaño. Tras dos horas de conversación en Las
Américas, Homero fue recogido y llevado a un punto del Distrito. Fue la
despedida final.

Virgilio también se movía por el Cibao pues después de su caída, un amigo
contó que lo saludó en Santiago disfrazado: “Tú no has visto nadaâ€�, le
advirtió el intrépido luchador.

Herrera abandonó la política con la muerte de su amigo. Miguel Cocco lo
comprendió cuando al pedirle colaboración Homero le contestó: “No, mi lucha
terminó con Virgilioâ€�.

No hay comentarios:

Publicar un comentario