Wenceslao Marcial Guillén, Wen

Wenceslao Marcial Guillén, Wen
Fundador de Los Panfleteros de Santiago

viernes, 23 de abril de 2010

''De Pueblo Nuevo sólo yo quedé vivo''. Escrito por Angela Peña

Mensaje No. 1023 del Grupo Yahoo "Los Panfleteros de Santiago"
Testimonio de Jose Rafael Colón.

Areíto

Escrito por Angela Peña

''De Pueblo Nuevo sólo yo quedé vivo''



Trujillo se llenó de ira al decirle que él era un mierda, y se lo decían
unos muchachos. ¿No había matado a Galíndez? ¿No le puso una bomba a Rómulo
Betancourt? Los que nos salvamos somos dichosos que no salimos locos de la
cárcel, las torturas, los golpes, el terror psicológico.

José Rafael Colón, único sobreviviente de "Los panfleteros" de Pueblo
Nuevo, Santiago, confiesa desconocer "qué lo protegía" pues fue
introducido a patadas a la fortaleza San Luis donde le rompieron una costilla,
luego trasladado a "La 40" y en los interrogatorios le quebraron un ojo y
varios huesos, lo apretujaron desnudo junto a 72 presos para llevarlo a "La
Victoria" "y yo le pedía a Dios que chocáramos para que la gente viera".

Vivió los horrores de "El Coliseo" y "El pasillo de la muerte" de la
mazmorra trujillista donde compartió con jóvenes de sus mismos ideales aunque
de posición social superior. Él era un pobre analfabeto que había sido
limpiabotas, vendedor de torta, helados "Marión" en palito y peón de
albañilería.

Pero a los 18 años tenía clara conciencia de lo que era la dictadura de
Trujillo, "cuando un guardia maltrataba un civil hasta por no tener la
cédula, en la escuela nos poníamos mercurio y nos amarrábamos un pie para
aparentar una herida porque el par de zapatos había que dividirlo con otro
hermano, las madres dormían con sus hijos en el suelo o en catre, no había
comida ni pobre que tuviera dos pantalones. El padre que lo crió ganaba 27
pesos recogiendo basura.

Esa realidad llevó a Colón a aceptar la propuesta de Simón Díaz de
participar "en un grupo contra Trujillo". Se reunían en la calle Anacaona
esquina Enriqullo, en el dormitorio "Brisas de la Palma" donde vivía
Simón, a escuchar emisoras extranjeras con mensajes del exilio. Simón era
estudiante pero Colón no aprendió de letras pese a que lo inscribieron en la
escuela "Peña y Reynoso" porque "era demasiado pobre".

Nació en "La Joya" el 19 de junio de 1934, hijo de Armando Peña y Ana Rita
Colón, pero ya tenía 28 años, mujer y un niño cuando asumió el peligroso
encargo de distribuir el suelto cuyo texto recita de memoria.

"Como el siete de enero de 1960 Simón y yo salimos a regarlos a las nueve
de la noche. Los dejamos en el estadio Cibao, y en las calles de los ensanches
Bermúdez y San Rafael (Bolívar)", narra mientras gesticula la acción.
“¡Viva la Revolución dominicana! ¡Abajo el tirano! Con perdón de la
expresión: Trujillo es una mierda", enfatiza que expresaba.

De Pueblo Nuevo, donde su tía Justina Colón lo llevó a vivir muy niño,
también regaron "panfletos" "Herminio Polanco, Ramón Ozoria, José
Armando Díaz Hernández (Chichí), Francisco (Ule) Liz y Enrique Pérez Simó
(Quiquito), recuerda.

Como si nada"¦ "Regresamos a nuestras casas como si nada pasara. El 12 de
enero agarraron a Herminio y lo soltaron tres días después, le dije a
Simón: debemos tener cuidado, puede ser un gancho". Continuó la
persecución. A Simón lo apresaron el 17. Colón no se ocultó para no levantar
sospechas pero fue requerido el 20 por un supuesto amigo apellido Disla, cuenta,
quien le encargaría un trabajo, pero lo abandonó en la "avenida María
Martínez" (luego Central y hoy 27 de Febrero) y ahí lo recogieron los
esbirros.

En La 40 ó La Victoria encontró a José Tallaj, Pedro Jaime Tineo,
"panfletero que era maestro"; Marcelo Bermúdez, "Rodrigote, a quien vi
los gusanos transitando por los huesos del espinazo", Fafa Taveras,
Macarrulla, Fefé Valera, José Lázaro Gil Castillo, Ramón Antonio Gómez
Hernández, Chiche Puig, Ángel Russo Gómez, Ramito Número Dos, de San Juan de
la Maguana y otros". Recibió torturas de Johnny Abbes, Candito Torres,
Clodoveo Ortiz, manifiesta.

No sabe cuáles circunstancias motivaron que sobreviviera. Tal vez que sabía
cocinar y lo encargaron de preparar el alimento de los presidiarios. Quizá el
traslado temprano a La Victoria o posiblemente haber sido analfabeto, como aún
lo identifican compañeros.

Le preguntaron si conocía el documento que pusieron frente a sus ojos y
respondió que sí. "En Santiago muchos pulperos dan volantes a los muchachos
para que los rieguen por diez centavos. Si tiré ese, no sé lo que dice,
creía que era un anuncio de un jabón", respondió. "Parece que ellos se
tragaron la píldora", comenta.

El humilde Juan Rafael, que está casado con Julia Altagracia Goris y vio morir
a sus tres hijos; Víctor, Rita y Rafael Armando, dice que en el patio de la
ergástula, Fafa Taveras le confió: "Hagan la declaración como les dé la
gana, que a todos sus compañeros los mataron anoche". Ahí fue que tuve la
idea de decir que no sabía leer ni escribir".

Indultado meses después, asegura que la intención era matarlos "uno a uno y
empezaron por Camilo Disla, panfletero, y Eusebio Villamán, del 14 de Junio. Yo
me salvé porque donde quiera iba con mi niño cargado". O probablemente
influyeron las fotos de Trujillo, su hermano Negro y su hijo Ramfis que colocó
en la cédula donde le faltaban sellos. "Cuando la patrulla me pedía la
cédula se la pasaba confiado en que no me iban a llevar preso. En La 40 la
veían y me veían a mí y como que pensaban: Coño, éste es trujillista, no
sabiendo".

Siente aún dolor por los encuentros en las cárceles con las madres a las que
no pudo comunicar el destino de sus vástagos y por la marginalidad que
soportó hasta el ajusticiamiento. ""me paraba en una esquina, podía haber
siete y me dejaban con el poste de luz".

Hoy, todavía desvalido, siente la satisfacción de "haber contribuido al
derrocamiento de Trujillo, porque los panfleteros creamos conciencia contra el
régimen. Nos tienen al menos porque éramos pobres, pero los que quedamos vivos
se lo debemos a que nos confundieron con los del 14 de Junio. De haberlo sabido,
nos hubieran eliminado a todos".

En síntesis

Vivir para contarlo

Por su arrojo muchos jóvenes de Santiago pagaron con la vida el haber
distribuido panfletos por la ciudad en contra de la sangrienta dictadura de
Trujillo. Los pocos sobrevivientes del exterminio dispuesto por el tirano
interpretaron de diferentes maneras el hecho de haber quedado con vida pues la
maquinaria de represión era implacable.

© Periódico Hoy

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