Wenceslao Marcial Guillén, Wen

Wenceslao Marcial Guillén, Wen
Fundador de Los Panfleteros de Santiago

miércoles, 19 de mayo de 2010

Circulación de un libro y comentarios de un acto

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Circulación de un libro y comentarios de un acto

Negro Veras.
Foto: Fuente EXTERNA.
18.05.2010 - 11:27 pm


Por Ramón Antonio Veras

Creo haber hecho un pequeño aporte para dar a conocer lo que fueron los jóvenes conocidos como Los Panfleteros de Santiago. He dicho, y ahora lo reitero por medio de este escrito, que en lo adelante no trataré más el tema de “Los Panfleteros de Santiago”.

Esta publicación es la última que hago en torno al caso de los jóvenes santiagueros asesinados en el año 1960, en el Centro de Torturas La 40.

Este trabajo recoge las principales incidencias que tuvieron lugar para la presentación del libro “Los Panfleteros de Santiago: Torturas y Desaparición”, comprende las palabras de apertura del doctor Roberto Cassá; la lectura del prólogo escrito por el Licdo. Rafael Emilio Yunén; los comentarios de la obra a cargo de Rubén Darío Echavarría; mí exposición consistente en un resumen del contenido del libro y, por último, diferentes opiniones de algunas de las personas que asistieron a la actividad.

I.- PALABRAS DEL DOCTOR ROBERTO CASSA.-

Palabras del doctor Roberto Cassá, Director del Archivo General de la Nación, en el acto del día 28 de enero del 2010, de puesta en circulación del libro “Los Panfleteros de Santiago: Torturas y Desaparición”.

“Buenas noches, amigos y amigas: Este es un libro que versa acerca de Los Panfleteros, este núcleo legendario de jóvenes revolucionarios de Santiago, de fines del 1959 y de inicio de 1960, en el cual participó, tuvo participación el Dr. Veras. El es un testigo, como sabemos por los dos anteriores libros sobre el tema, de excepción, sobre este acontecimiento, sobre este episodio singular de lucha contra la tiranía de Trujillo; además de su testimonio, de su conocimiento transmitido en esta obra, tiene la importancia de que recoge nuevos testimonios de participantes en el Movimiento del 14 de junio que fueron apresados en enero del 1960, en el mismo tiempo que Los Panfleteros de Santiago. Esperamos que esta publicación contribuya a un mejor conocimiento de este acontecimiento, que el mismo sea un aliciente al desarrollo de investigaciones y de publicaciones tendentes a la recuperación de la memoria histórica como fuente de inspiración de los proyectos progresivos que tiene en agenda el pueblo dominicano”.

El Archivo General de la Nación con su línea editorial, de la cual forma parte este libro, este libro del Dr. Ramón Antonio Veras, se propone hacer una contribución como institución, además de archivística como definición cultural también, a un mejor conocimiento de nuestra historia; hemos tratado de abarcar diversos episodios, diversos problemas de la historia dominicana en el ánimo de que las generaciones por delante, los jóvenes en particular, conozcan mejor nuestra historia, una agenda para el cambio de enorme valor; de manera que, esperamos que, este libro del Dr. Veras, sea un aliciente para nuevos testimonios, nuevas inquietudes, nuevas reflexiones acerca de las experiencias que depara el conocimiento del pasado. Muchas gracias”.

II.- “LECTURA DEL PROLOGO A CARGO DEL LICDO. RAFAEL EMILIO YUNEN”

“Desde hace muchos años, el doctor Ramón Antonio (Negro) Veras ha decidido narrar su vivencia del tiempo, especialmente de aquel período en que él inició su participación política en los terribles años finales de la dictadura trujillista. Más de un centenar de artículos ha venido produciendo y recolectando el Dr. Veras sobre el origen, desarrollo y desaparición del grupo de jóvenes santiagueros del que formó parte y que, particularmente en enero de 1960, tuvo una incidencia notable como movimiento clandestino antitrujillista”.

“Veintiún años después, a partir de 1981, estos trabajos han venido siendo publicados en distintos medios, lográndose en 2007 la primera edición de los mismos bajo el título de Los Panfleteros de Santiago y su desafío a Trujillo, gracias al apoyo de la Comisión Nacional Permanente de Efemérides Patrias. La salida de esa importante obra testimonial y documental provocó nuevas contribuciones de parte de testigos de los hechos narrados por el Dr. Veras. Otras personas que no vivieron de cerca estos acontecimientos también decidieron escribir sus opiniones sobre la importancia de esta labor de recolección de datos referente a un movimiento cívico que todavía era poco conocido hasta la aparición del libro antes mencionado”.

“Fueron tantos los testimonios y otras notas recibidas por el Dr. Veras en los últimos dos años que él decidió integrarlos, junto a sus nuevos artículos publicados en el periódico El Nacional (entre mayo y octubre de 2007), para aclarar y explicar detalles que no habían sido incluidos en la primera obra. Así surgió este libro, Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición, el cual presenta todas las referencias recogidas hasta la fecha sobre la forma cómo la gran mayoría de estos jóvenes fueron asesinados en la cárcel La 40, siendo sus cadáveres posteriormente desaparecidos para siempre”.

“Al leer estas páginas se entiende que el autor no busca solamente documentar hechos de una parte de la memoria histórica de los dominicanos que merece ser completada o consolidada. Su principal finalidad es que este relato absolutamente verídico e impactante llegue a la juventud, para que “nuestros niños y niñas no crezcan con la idea de que aquí no ha pasado nada… sino que deben saber que cada generación es acreedora del legado de las anteriores y debe tomar, como ejemplo, el comportamiento de los que hicieron del accionar político un compromiso con su pueblo”. Y añade: “si nuestros jóvenes no asimilan el sacrificio de los que aquí han luchado sin buscar nada material, como Los Panfleteros, muchos van a seguir con la falsa idea de que se va a la política como negocio y no con sentido de esfuerzo de transformación social y política”.

“Además del deseo de comunicar estos hechos e ideas al público joven, el Dr. Veras pretende también llamar la atención “a todos los dominicanos y dominicanas que tienen que saber que ningún sacrificio por una causa justa se hace en vano… y que etapas como la que esos mártires vivieron en La 40 nunca más se deben repetir en nuestro país”.

“Resaltar un período del pasado para completarlo con revelaciones comprobadas de informaciones que eran desconocidas, silenciadas u olvidadas en el presente, forma parte de una estrategia de consolidación de la memoria histórica de un pueblo para obtener mayor cohesión social y cultural de una sociedad. Como dice Andreas Huyssen: “cualquier tipo de identidad depende de la memoria histórica. Una sociedad sin memoria es un anatema”.

“Sin embargo, no todos los autores que manejan el tema de la memoria histórica logran los objetivos mencionados anteriormente. Hay enfoques que solo enfatizan la nostalgia colectiva, mientras que otros se quedan en una reconstrucción de un pasado lineal. Por otro lado, se conocen textos en los que ha habido “abusos de la memoria” (tal como señala Paul Ricoeur: “el foco intenso en la memoria del pasado puede bloquear nuestra imaginación del futuro y crear una nueva ceguera sobre el presente”). Otras perspectivas se basan en una “instrumentalización del olvido” que logra fomentar una voluntad por hacer revivir “todo” con lo cual solo se consigue alimentar “esperanzas fósiles” (o lo que se llama “la fosilización del recuerdo”).

“En nuestros países también es común encontrar escritos y declaraciones que hacen acusaciones sobre la existencia de temas de “olvido público”, con lo cual obtienen intereses personales o desvíos de la atención nacional hacia fines discriminatorios, xenófobos, o convenientes a una ideología en particular. En este sentido, Huyseen advierte: “Hay que saber que existe la tentación de una falsa memoria de izquierda heroica que, de cualquier forma, parece más síntoma de un movimiento de desespero que una versión históricamente sustentable”.

“A pesar de estas deformaciones, un síntoma de nuestra cultura presente y de nuestra cultura global es la obsesión por la memoria y sus diversas maneras de representarla: ensayos, artículos, monumentos, obras de arte, etc. Hay entonces que examinar cuidadosamente las implicaciones de aquellos proyectos que intentan el retorno a la memoria y lo que eso puede significar no sólo política y éticamente sino también culturalmente”.

“El análisis de la obra que el Dr. Veras aquí nos presenta revela claramente que sus consideraciones no poseen las limitaciones ni las orientaciones antes señaladas. La objetividad con la que enfoca el tema principal de este libro, la búsqueda e incorporación de comprobaciones de parte de una gran cantidad de informantes de distintas posiciones públicas y políticas, la exposición transparente de todas sus conclusiones con el fin de establecer el debate público abierto y plural, son algunas de las virtudes metodológicas que el autor aplica en este trabajo de reconstrucción de un período histórico”.

“Para lograr su análisis, el Dr. Veras conceptualiza las memorias recolectadas como un conjunto de temporalidades y experiencias entrecruzadas, más que descripciones cronológicas del tiempo, coincidiendo así con lo que hoy se denomina como (post)memoria: el pasado se proyecta constantemente en el presente, esto es, se ofrecen miradas al pasado como si éste “perviviera” en la actualidad. De ahí que consideramos este libro como un proyecto participativo y sociocultural sobre un componente de la memoria histórica dominicana (tomando como base al genocidio de Los Panfleteros de Santiago), convirtiéndose así en una herramienta para alcanzar lo que Andreas Huyssen denomina como “un futuro con memoria”.

“Esta publicación coincide también con los propósitos de otras instituciones dominicanas que tratan de hacer aportes para la institucionalización de la memoria histórica. Uno de estos casos, que por razones de trabajo conozco bastante, es el del Centro Cultural Eduardo León Jimenes. Con cierta periodicidad el Centro León organiza una sesión, a manera de tertulia o conversatorio, que se denomina “Encuentro con la memoria”. Si comparamos los objetivos de estos encuentros con los componentes estructurales del libro Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición, constataremos que ambos proyectos socioculturales intentan consolidar la memoria histórica por medio de”:

- “Hacer una reconstrucción de la historia que no se reconoce”.
- “Entrelazar los hilos de un relato infinito que jamás estuvo en los libros de historia”.
- “Reconstruir en base a recuperar testimonios dispersos”.
- “Recuperar, aunque sea tarde, la voz pública tratando con cuidado una historia interminable”.
- “Detectar protagonistas olvidados y lograr que parientes y relacionados reciban ese legado tardío en medio de emociones y reencuentros”.

“Los relatos, cuentos, anécdotas, leyendas y versiones populares que se van divulgando de generación en generación tienden a perderse o deformarse u olvidarse a medias. Todos estos elementos culturales forman parte de lo que se llama “Patrimonio Cultural Inmaterial o Intangible”, el cual, por cierto, ha venido cobrando una gran importancia para descubrir y mantener muchos procesos de nuestra identidad y para servir como factor motivador de nuevos estudios históricos y de otra índole”.

“Así, cada “Encuentro con la memoria” puede considerarse como un aporte para definir signos de nuestra identidad nacional, ya que el mismo se basa en la re-construcción de una parte del valioso patrimonio cultural inmaterial o intangible de nuestra nación. En muchos casos, al igual que lo que se logra con la lectura del libro del Dr. Veras, se trata de rememorar el entramado de la reciente historia colectiva para avizorar en ella la posibilidad de apropiarnos de un destino nacional”.

“Según el escritor y periodista argentino Juan Gelman, la memoria es una práctica social de la que todos participamos y que tiene el poder de reconstruir realidades sociales. No se trata únicamente de proyectar el pasado y el presente hacia el futuro, sino de crear posibilidades a través de las cuales ese futuro podrá desarrollarse. La memoria es una acción del presente, orientada a legitimar el ahora, y a abrir o cerrar determinadas posibilidades para el futuro. De manera que podemos considerar la tarea de “imaginar y construir futuro” como inseparable del proceso de "hacer memoria". El no recordar, el perder la memoria, implica perder buena parte de los recursos con que contamos para hacer frente a las realidades del presente ya que, en definitiva, perder nuestra memoria histórica es correr el riesgo de extraviar la posibilidad de soñar un futuro diferente. Guardar, mantener, conservar, transmitir y difundir la memoria, son actos necesarios para pensar el cambio y hacerlo posible”.

“Gelman concluye con que la memoria es como una herramienta de creación literaria que contribuye a "que no vuelvan a ocurrir" los males del pasado, "porque cuando las heridas no se cierran, ellas gangrenan a la sociedad". Su apuesta por la memoria frente al olvido cobra sentido para que no se repitan experiencias como las torturas, los crímenes políticos, el exilio u otras formas obligadas de abandonar la patria”.

“A fines del siglo pasado, intenciones parecidas a las anteriores motivaron, en parte, la creación del programa de la UNESCO denominado “Memoria del Mundo (MoW)”, el cual determina la localización y conservación del patrimonio documental de importancia internacional, regional y nacional. El Comité Dominicano del Programa MoW ha preparado una Lista Tentativa del Patrimonio Documental Nacional en la cual, entre otros documentos, se incluyen: el Archivo de Rafael Leonidas Trujillo, la Documentación audiovisual de la “Era de Trujillo” y la Película “La silla” de Franklin Domínguez. Recientemente, la UNESCO inscribió en el Registro Memoria del Mundo el documento: “Patrimonio Documental sobre la Resistencia y Lucha por los Derechos Humanos en la República Dominicana 1930-1961”, bajo custodia del Museo Memorial de la Resistencia”.

“Aprovechamos la ocasión de la aparición de Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición, para proponer su inclusión en la lista del Patrimonio Documental Nacional, junto al libro Los Panfleteros de Santiago y su desafío a Trujillo y al corto fílmico titulado Los Panfleteros de Santiago. Estas publicaciones y el material audiovisual se ajustan a los objetivos del documento recién inscrito en la UNESCO, en cuanto a que su característica principal “evidencia la resistencia frente al régimen dictatorial de Rafael Leonidas Trujillo Molina y la lucha de los dominicanos a favor de la vigencia de las libertades democráticas y el respeto a los derechos”.

“Estos tres materiales culturales que se desprenden del trabajo del Dr. Veras se complementan perfectamente entre sí. Las imágenes del corto fílmico cumplen con un extraordinario rol ya que su difusión logra el alcance de todos los públicos, lo cual aumenta la trascendencia de la misión didáctica que originalmente se había propuesto el autor con estos trabajos”.

“El uso de imágenes amplía también el impacto de estas informaciones y ayudan a su internalización de parte de la audiencia. No obstante, tanto el Dr. Veras como el Ing. Manuel Bueno Pérez (único sobreviviente de la matanza de La 40) siempre estuvieron conscientes de “lo desagradable que puede resultar traer a colación el final trágico de Los Panfleteros de Santiago” y probablemente por esa razón no incorporaron fotografías en sus obras. Manuel Bueno, en su libro “Cárcel y Guerra” expresa que “existieron pormenores que todavía me revuelven el estómago y me hacen asomar las lágrimas cada vez que los reedita mi memoria; son tan desagradables que mejor es no contarlos y poder olvidarlos, pero considero que, por duro que haya sido, nuestras juventudes de hoy no deben ignorar las atrocidades cometidas por los secuaces de la Era de Trujillo”.

“Autores como Susan Sontag también creen en la necesidad de que registros de la memoria sean acompañados de imágenes y otros objetos. Esta brillante escritora opina que uno de los momentos más importantes de su vida fue la primera vez que vio una fotografía de personas que habían sido torturadas: “recuerdo el choque como si acabara de sacudirme hoy. Lo que veía mostraba lo que la gente es capaz de hacer a otra gente… hay que dejar que esas imágenes nos atormenten, aun cuando no sean más que imágenes, símbolos, parcelas importantes de una realidad que no podrían abarcar en su totalidad: cumplen, sin embargo, una función vital. Las imágenes dicen: « ¡Ahí está lo que las personas son capaces de hacerse las unas a las otras! » « ¡No olviden! ».”

“A pesar de las limitaciones gráficas que tiene Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición, los textos aquí recogidos tienen la suficiente fuerza para lograr una cabal comprensión de la barbarie perpetrada por los torturadores de La 40. A través de sus páginas, el lector se entera del uso de métodos como: la silla eléctrica; la mutilación a sangre fría de distintas partes del cuerpo; el encerramiento en solitarias; el estrangulamiento con torniquete (el “tortor”); punzonadas para provocar heridas graves o mortales; aplicación del bastón de electricidad (“picanas”); latigazos con fustas (fustazos); golpes con tubos metálicos (tubazos); golpes con palos; pelas de ablandamiento; hacinamiento en celdas de 6 pies por 6 pies ocupadas por 6 personas; sometimiento a pruebas de hambre, desnudez y suciedad; chuchos disecados de la verga de los toros; sacar uñas, dientes y ojos a sangre fría; estampar la piel con hierro caliente; “bañera romana” llena de agua con vinagre para aumentar la conducción de la electricidad… entre otras tantas prácticas aberrantes que causaban “profanación, impiedad y todas las cosas feas que pueden salir de un cerebro humano malvado”.

“Capítulo tras capítulo, los testimonios que se recogen íntegramente son firmados por personas que pasaron por La 40 como: Luis Gómez Pérez, José Tallaj, Wenceslao Vega, José Antonio Constanzo, Julio Escoto Santana, Rafael Cucuyo Báez, Rafael Valera Benítez, Francisco Adolfo Bello Franjul, José Israel Cuello, Ramón A. Blanco Fernández, Freddy Bonnelly, José Peralta Michel y Leandro Guzmán, entre otros”.

“Así, la obra va presentando un equipo completo del personal de La 40 que son mencionados por sus propios nombres: Johnny Abbes, Ernesto Scout, Candito Torres, el Chabacano, Ciriaco de la Rosa, Clodoveo Ortiz, Cholo Villeta, César Báez, Luis León Estévez, Manolo González, Guillén el cocinero, José Angel Rodríguez Villeta, César Rodríguez Villeta, Capitán Minervino y Manolo Domínguez, entre otros”.

“De la misma manera, y a modo de ratificar que la resistencia no se amilanaba ante este contexto de terror y ultraje, el autor poco a poco va develando los nombres de valientes conspiradores antitrujillistas clandestinos de ese período los cuales posiblemente aún no figuran en la historia o hayan caído en el olvido total: el Grupo de Teodosio Pichardo en Santiago, compuesto por el Dr. Ramón Cabral, Augusto –Quique- Cepeda, Eladio Rivas, Luis Demesa, José Ramírez, Saúl Petitón y Balín Bonnelly; el vegano José Peralta Michel que hizo volantes y los regó en La Vega y San Francisco de Macorís; Cayeyo Grisanti y los miembros del movimiento Catorce de Junio en Santiago; los jóvenes antitrujillistas del barrio de La Joya y Baracoa en Santiago; Francisco Adolfo Bello Franjul en Baní, entre otros conspiradores que, según la opinión del Dr. Julián Ramia recogida en el libro, “tenían mayor representatividad de la gente del pueblo y de las jóvenes generaciones”.

“Con el permiso del autor, incluyo aquí mi testimonio sobre un personaje inolvidable de nuestro barrio Los Pepines de Santiago. Se trata de Domingo A. Russo Aguia, nativo de Puerto Plata e hijo de inmigrantes italianos y españoles. El señor Russo estaba empleado como visitador a médicos en todo el Cibao con asiento en Santiago. Junto con doña Bertha Plá tuvieron tres hijos: Pedro, Dominguito y Alberto. A mediados de 1959 se mudaron de las afueras de Santiago y vinieron a residir frente al Parque Colón que era el lugar de socialización más importante para todos nosotros”.

“Domingo Russo era un hombre alto y robusto, características que se complementaban con una personalidad jovial y abierta. Su temperamento explosivo, propio de un carácter sanguíneo y primario, lo llevó a meterse en problemas en distintas ocasiones. Tenía fama de ser una persona carismática, valiente y desafiante, alegre y bohemio. Un día de la época navideña del 1959, estábamos jugando pelota en el parque y, de repente, aparecieron unos carros oficiales de los cuales se desmontó el dictador Trujillo y entró a la Iglesia de Nuestra Señora de la Altagracia que quedaba frente a la plaza”.

“La visita duró escasos minutos y, a la salida del cortejo cuando los carros ya se alejaban, el grupo de muchachos del parque empezamos a vociferar vivas a Trujillo. Cuando Domingo Russo nos oyó desde su casa, salió inmediatamente y gritando (de manera que todo el mundo pudo oírle) le advirtió a Pedro, con palabrotas, que no volviera a vociferar esas palabras en honor al dictador. Recuerdo que esa fue la primera ocasión en que me pregunté si ese régimen era tan bueno como lo presentaban por todas partes”.

“Mucho tiempo después supe que Domingo Russo había pertenecido a movimientos de resistencia a la tiranía desde antes de 1950. En el libro del Dr. José Tallaj que narra su experiencia en La 40, se comenta que, a fines de la década del cincuenta, el señor Russo era un enlace entre grupos conspirativos antitrujillistas de Santiago y Puerto Plata. Este autor consigna que Russo podía llevar panfletos políticos en su maletín de visitador a médico pues los mismos se confundían con promociones y literatura farmacéutica”.

“El 25 de enero de 1960, su hijo Pedro se levantó a medianoche encontrándose con su madre despierta en la sala de la casa. Cuando le vio la expresión desencajada y triste que tenía en su rostro le preguntó qué le ocurría: “A tu papá se lo llevaron preso”, es lo último que Pedro recuerda haber oído a partir de ese momento. Nunca más se supo de Domingo A. Russo”.

“La historia completa de ese acontecimiento que estremeció a todo el barrio fue que un carro Volkswagen del Servicio de Inteligencia Militar (SIM) llegó a la casa entre las diez u once de la noche. Entraron bruscamente y obligaron al señor Russo a meterse en el vehículo de mala manera. Doña Bertha comenzó a gritar: “¡se llevan a Domingo, se llevan a Domingo!…”. Nadie salió a la galería de sus casas. El carro avanzó lentamente al punto que Doña Bertha decidió seguirle corriendo detrás de él. Seguía gritando y corriendo mientras el vehículo aumentaba poco a poco la velocidad. Fue en ese momento en que doblaron por la calle Cuba hacia la calle El Sol y entonces pasaron frente a mi casa… Todo se oía en medio del silencio de la noche, pero nadie salió a ver lo que pasaba, hasta que Doña Bertha decidió regresar a su casa entre llantos y suspiros. La vivencia de este hecho, que aún después de la muerte de Trujillo era sigilosamente contado por mis padres, me dejó marcado para toda la vida”.

“Personajes y acontecimientos como estos se repitieron frecuentemente en todo el país. Siempre recuerdo un letrero a la entrada del pueblo de Cabral (Barahona) que todavía hoy conserva una advertencia para todo el que llega, recordándole los nombres de los mártires que murieron durante la dictadura. No obstante, es posible que estas personas tampoco figuren en nuestros archivos históricos”.

“Uno de los mayores aportes de este libro es precisamente que recoge evidencias verídicas de que los movimientos conspirativos nunca dejaron de existir en todo el Cibao. El propio caso del Dr. Veras ejemplifica bastante bien el constante surgimiento de personas dispuestas a luchar contra la tiranía, aún fuese como una causa individual y aislada, pero con profundo convencimiento de su compromiso por arribar a una salida a la situación de opresión extrema y terror diseminado que vivía el país”.

“El autor de este libro confiesa que en 1950 (a los 12 años) conoció por primera vez lo que significaba la barbarie trujillista. Estas ideas se cimentaron en la adolescencia y empezaron a cuajarse en actividades cuando conoció a Wenceslao Guillén quien, desde 1957, había organizado la Unión de Grupos Revolucionarios Independientes (UGRI) en distintos barrios de Santiago. A fines de 1959, Guillén, el Dr. Veras y Manuel Bueno llevan a cabo el plan de producir los volantes que se distribuyeron en enero de 1960, causando este hecho el apresamiento de 27 de los 32 que luego se convirtieron en “Los Panfleteros de Santiago”. En el libro se mencionan los nombres de solo 20 de ellos: Wenceslao Guillén, Ramón Antonio Veras, Manuel Bueno Pérez, Pedro Sánchez, Luis Prud Homme (‘el Haitianito’), Pedro Jaime Tineo Tejada, Juan Enrique Batista Liriano, Henry Stresse Cepeda (‘el Alemán’), Jorge Marín, José Emilio Soriano Valverde, Pedrito Pérez, Miguel Ramírez, Ramón Gómez, José Lázaro Gil Castillo, Rafael Colón, Blas Basilio, ‘el Chino Liviano’, Manuel Medina y Enrique Perelló”.
“La no identificación del grupo restante se debe a que solamente Wenceslao Guillén sabía quiénes eran todos los integrantes “que funcionaban como células independientes en distintos barrios de Santiago”, pero nunca los denunció a pesar de haber sido el más torturado de todos los que fueron a parar a La 40. En realidad, “lo que más llamó la atención a los demás presos en La 40 fue, primero, la edad de los integrantes del grupo de Los Panfleteros, segundo, la valentía demostrada por ellos ante sus verdugos, y, tercero, la saña como se lanzaron en su contra los matones al servicio del régimen de Trujillo”. Tal y como dice el Dr. Julián Ramia: “Hay que deducir cuánto valor, dignidad y principio tenían esos muchachos para arriesgarlo todo sin esperar otra recompensa que la satisfacción del deber cumplido”.

“No obstante los peligros sufridos y la milagrosa forma como pudo conservar su vida, el Dr. Veras retoma la producción de panfletos con Manuel Bueno en el mes de mayo de 1960. Unos meses después, en agosto de ese año, se une a las actividades, mítines y manifestaciones organizadas por el Movimiento Popular Dominicano y es apresado varias veces. De ahí en adelante su historia “de la calle a los estrados por justicia y libertad” (como reza el título de otro de sus libros), es ya bastante conocida y reconocida”.

“Siempre ha sido importante mantener el reconocimiento y adoptar una clara posición frente al significado de los testimonios de nuestros mayores y el papel que éstos desempeñan en las comunidades regionales y locales. Con la producción de este nuevo libro, el Dr. Ramón Antonio Veras se consagra nuevamente como una personalidad referencial de nuestra identidad, como parte del patrimonio histórico de lo cotidiano capaz de contribuir a la construcción de una ciudadanía democrática”.

“El carácter testimonial del Dr. Veras, como representante vivo de los procesos históricos, culturales y sociales, nos pone frente a su autenticidad y nos desafía con su coherente y perdurable identificación con los más sanos principios, valores y prácticas cívicas que necesitamos para vislumbrar el desarrollo de nuestra nación. Por estas razones, se puede hacer un parangón entre la declaración de “Don Segundo” que copio debajo, y la que podría hacer Don Negro, como también me gusta llamarlo, con el “don” que lo considera honorífico y respetuoso”:

...”Para que el recuerdo de un hombre se prolongue y su memoria se proyecte más allá de la existencia material es necesario que las obras realizadas por él conserven encendida la llama del recuerdo mostrando a las generaciones que los siguen el ejemplo de haber servido a la comunidad. Nada queda de quien vivió sin preocuparse por la vida de sus semejantes. He tratado de reproducir mis vivencias para las generaciones futuras sin menoscabar a nadie lo que yo he vivido y compartido en mi pueblo con su gente. Nuestra misión no es asociar errores a nuestros recuerdos queridos sino revisar nuestras frustraciones como comunidad mostrando que hay tareas por realizar”.

“La elaboración de este libro de parte del Dr. Veras hace realidad el deseo de su compañero panfletero Manuel A. Bueno cuando solicitó: “Debemos continuar rescatando del anonimato a nuestros verdadeos héroes y mártires, dando a conocer su ideario, su trayectoria de lucha y afanes revolucionarios, reconociéndoles como nuestros únicos prohombres, acreedores de honrar con sus nombres nuestras escuelas, plazas y calles principales, desplazando muchos falsos ídolos de barrio que ocupan esas posiciones señeras”.

“Aunque todavía no se haya podido desplazar completamente a esos falsos ídolos de barro, sí se puede asegurar que con Los Panfleteros de Santiago: torturas y desaparición el Dr. Veras le ganó al tirano su última oportunidad de volver a vencer. Y es así porque dicen que “el verdugo mata siempre dos veces, la segunda por medio del olvido”. No obstante, gracias a los trabajos del Dr. Veras, esta afirmación no se aplicará a los Panfleteros de Santiago. Rafael Emilio Yunén, Santiago de los Caballeros, 15 de noviembre de 2009”.

III.- PALABRAS DE RUBÉN ECHAVARRÍA EN LA PRESENTACIÓN DEL LIBRO “LOS PANILETEROS DE SANTIAGO, TORTURAS Y DESAPARICIÓN” DEL DOCTOR RAMÓN ANTONIO VERAS. DIA JUEVES 28 DE ENERO DEL AÑO 2010. LUGAR: AUDITORIUM MANUEL DEL CABRAL. HORA: 7:30 P. M”.


“Cuando el doctor Ramón Antonio Veras nos otorgara el alto honor de presentar su libro, me dije ¡Oh que bien! Pero ¿y podré con esto? Y de inmediato me pregunté ¿y qué es un libro? Porque a pesar de haber escrito varios no había hecho presentación de libro alguno, y en el acto me dispuse a buscar, en mi estilo creativo por supuesto, la respuesta a mi pregunta, pensando, en voz alta “Un libro es algo más que hojas de papel agrupadas e impresas, es el hombre proyectado en letras o en símbolos, es la vida del hombre, o la vida de Dios. Las piedras fueron los primeros libros, y los árboles. Desde que el mundo es mundo hay en la tierra refugios para salvar recuerdos, eclosiones de la creación y la conciencia, ofrendas del hombre creador en aras de la vida, anonadante y sabia evolución interminable. Es en ese lugar donde se encuentran vivos los hombres muertos, el cielo de la tierra, lo atemporal, el Olimpo de aquellos que no vivieron para lucrarse, sino para darse. Ese lugar sagrado de la tierra donde viven los libros, conciencia impresa de los hombres, es la biblioteca ¡Y es precisamente hoy en esta Biblioteca Pedro Mir y en este auditorio Manuel del Cabral donde hemos de presentar este libro, este formidable libro de este formidable defensor de los derechos del pueblo dominicano que es el doctor Ramón Antonio Veras”!

“Este libro es la historia de muchas vidas, de muchos sueños, la historia de veintisiete jóvenes, casi niños, que por su coraje y su valor adquirieron apresurada y cruelmente la estatura de hombres, de grandes hombres, la historia de Los Panfleteros de Santiago, Los Panfleteros de la Patria. Y es la historia por demás del recuerdo, del reconocimiento y de la gratitud de un miembro importante de los panfleteros, Ramón Antonio Veras, cuyos compañeros apresados en la cámara de torturas La Cuarenta, al no mencionar su nombre en los interrogatorios, le salvaron la vida. Por eso hoy, me enorgullezco en presentar un libro escrito con amor y con dolor, un libro escrito con lágrimas y con sangre: “Los Panfleteros de Santiago: Torturas y Desaparición”.

“Finales de diciembre, 1959: “¡CON PERDON DE LA EXPRESION TRUJILLO ES UN MIERDA”, así decía el panfleto. Pero además, agrego yo, el asesino más despiadado de América Latina”.

“Veintinueve de enero de 1960, 8:00 P. M”.

“Aquella noche las luces de la 40 fueron extrañamente apagadas, las puertas de hierro y sus “solitarias” cerradas y un ruido de motores de vehículos no lograban apagar los gritos y gemidos angustiosos de dolor de la muerte. En ese injusto momento veintisiete jóvenes de la ciudad de Santiago de los Caballeros estaban siendo asesinados. Clodoveo Ortíz, tal vez el más desalmado de los criminales de Trujillo, apuñaleaba uno a uno, Manolo Domínguez, otro salvaje torturador de ese antro criminal los remataba a palos, Johnny Abbes y Candito Torres de ingrata recordación, electrocutaban al resto. Los cuerpos destrozados de los mártires de Santiago fueron introducidos y metidos en una camioneta previamente encendida y en otro vehículo más grande que parecía al de las llamadas “perreras”. Esto que les he contado no es una historia para impresionar a alguien, ha sido la versión real del doctor Julio Escoto Santana cuando estuvo presente en La Cuarenta la noche de aquella horrible pesadilla”.
“En el texto del doctor Ramón Veras, que hoy abre sus páginas al

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